Del activismo a la boleta. Una crónica a través de los ojos de Esmeralda C. y Luisa C.
- esmeraldaclrd
- 5 abr 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 6 abr 2021
06/04/2021.
La Luisa Castro (amiga del alma, ocupante de la política y hermana de otra madre) y yo escribimos esta colaboración gracias a la invitación de las Sinvergüenzas. Como parte de La Fortaleza queríamos plasmar en un texto, los sinsabores del camino político que se recorre en el proceso para llegar a las instituciones. Ver tan de cerca las arenas de la representación local y federal nos ha dejado muy claro que los costos de tomar un camino tan hostil y de tan dificil acceso como lo es el sistema político mexicano no se reducen sólo a lo político. Son costos personales, son costos que han resultado de espacios que históricamente han sido construidos sin nosotras.

Del activismo a la boleta. Una crónica a través de los ojos de Esmeralda C. y Luisa C.
—Wey, ¿ya viste que fulanita va para candidata?
—Sí, ¿pues no que muy activista y no sé qué?
Político: adjetivo masculino (femenino no figura). 1. [persona] Que se dedica a la política para vivir a costa del pueblo.// Que ocupa cargos públicos por nepotismo. // Que se dedica a calentar el curul por un trienio.
La historia me condicionó a pensar que ocupar la política me convierte en una persona de moral cuestionable, esa a tratar con cautela, porque para entrarle a esos espacios sí o sí tengo que ceder alguno de mis principios fundamentales.
Nos enseñaron que el sistema político mexicano es impersonal y meritocrático. Pfff, meritocracia en un país donde 62.5 millones de personas viven en la precariedad (aprox. el 50% de la población total) y sólo el 38% tiene acceso a la educación superior (2019).
El país me lanzó el yunque de la realidad mexicana, y el golpe me sacudió tanto que inevitablemente me encontré como aquello que la gente entiende por activista.
El activismo social fue la respuesta ante un espacio político donde la ciudadanía de a pie no tenía cabida. Porque no existían representaciones reales, esas en donde la política se conforma de personas con ideas, con causas, y con integridad.
Entonces la política se volvió el némesis del activismo. Porque en México, el molde de la política de ayer y el del activismo de hoy no caben en el mismo horno.
Para llegar a los espacios de representación tenías que contar con un paquete básico de privilegios para no morir en el intento, en donde los principios y la moral en su naturaleza subjetiva se convirtieron en moneda de cambio ante la falta de estos.
Entendí que había que cambiarlo desde adentro. Ocupar espacios. Trazar nuevos caminos. El costo de hacerlo no solo impacta en lo público, sino también en lo privado. Porque aunque el activismo y la política se construyen bajo una identidad colectiva, no podemos negar que entrarle a la estructura partidista conlleva la pérdida de la tan preciada autonomía, autogestión y horizontalidad que nos brindan los activismos. Convirtiéndose en un factor estigmatizante para quien decide ser parte de ambos.
Pero entendamos que es así como se conectan dos grupos distintos que por naturaleza han sido opuestos. Porque al final, el activismo es una postura política con causas que se deben impulsar desde las instituciones.
A las mujeres se nos pide dejar los entornos violentos y machistas para evitar sufrir violencias en lugar de pedirles a los hombres que dejen de ejercerlas. Porque así funciona el sistema patriarcal en el que vivimos, donde la mayor responsabilidad recae sobre nosotras y si algo no es blanco, entonces es negro; si te quedas a ocupar la política te conviertes en una aliada más del opresor y si te vas, vives con el costo social de no poder impulsar las causas desde las instituciones.
Esto como si no tuvieramos la capacidad de construir desde un paleta de colores diversa e íntegra, que va más allá del blanco y negro, poniendo en la balanza no lo menos peor sino lo que es más benéfico para la mayor cantidad de personas, en todos los espacios que hemos logrado ocupar.
Por eso estamos aquí, dispuestas a aceptar el costo político que conlleva quitar a los que construyeron estos espacios sin nosotras para que quien venga no se enfrente a las cuotas en la caseta a la boleta. Feminizando la política.
Política, político: adjetivo femenino y masculino. 1. [persona] Que asume cargos públicos por elección popular para representar los intereses de una población determinada.// Que asume funciones de representatividad, iniciativa, decisión y aplicación. // Que está comprometida con mejorar las condiciones de vida de la población.
—Wey, ¿ya viste que fulanita va para candidata?
—Sí, pues que chido ¿no? feministas ocupando la política.

Gracias enormes a Lu Riojas por invitar a La Fortaleza a colaborar en la edición #8 del newsletter Sinvergüenzas.
Tengamos presente siempre. No somos el fin, somos el camino.
Esmeralda C.
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